06-07-2010

SANGRAR EN LA TIERRA



Tradicionalmente, las mujeres acudían al recinto de la luna mientras menstruaban y sangraban sobre musgo, sentadas en la tierra. Consideran que la relación entre las mujeres y la tierra es de suma importancia, y dicha relación es nutrida mediante sangrar en la tierra. Cuando las mujeres hacen esto tienen una conexión celular directa con la tierra, lo cual las ayuda a centrarse y a “hacer tierra”.

Las mujeres ancestrales solían sentarse sobre musgo en la casa de la luna. ¿Dónde se supone que debemos las mujeres de la actualidad sentarnos a sangrar?

La idea entonces es usar almohadillas de tela para absorber la sangre, las que se remojaban en agua antes de lavarlas.

Uno puede verter el agua de remojo en la tierra, así nos aseguramos de devolver los códigos femeninos que la Madre Tierra ha perdido debido a nuestra desconexión con las energías femeninas planetarias.

El agua es de un hermoso color rojo, y puedes vaciarla en la tierra alrededor de las plantas. Este acto nos llenará de un enorme sentimiento de conexión, de propiedad, de estar en paz con algo que a menudo se hecha a un lado en la vida moderna. Actos simples de valor, sabiduría simple.

Es como cortar leña, arrullar a un bebé, hornear pan o beber de un riachuelo silvestre. Es uno de esos actos de ser un ser humano que está fuera del tiempo, que tiene un valor eterno, parte de estos continuos giros de vida y muerte.
Las células que mueren en el cuerpo y que son transportadas en la sangre menstrual, son alimento para la tierra. Lo que muere da a luz. Lo que muere alimenta a quienes viven y habrán de vivir.

Si ignoramos nuestra sangre nos distanciamos de este conocimiento.

“Tememos a nuestra sangre y ella nos desagrada” —
pues si desconozco que también es alimento, que también es un regalo que yo porto, entonces la veo como mera pérdida. Un desperdicio de sangre, un desperdicio de tiempo, un bebé que no fue concebido. Ya sea que desee un embarazo o no, mi sangre es siempre un regalo.
Y es un regalo en el sentido literal, así como un regalo psíquico para nosotras mismas.

Es un regalo de mi cuerpo a la tierra:
La Madre que me ha alimentado y nutrido cada día de mi vida.

Ruka Kuyen

Ruka Kuyen
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